Nuestra Señora del Sagrado Corazón

30 de mayo:
México (1966)

En el número 29 de la calle Ayuntamiento, en San Juan de Letrán, en el Centro histórico de la Ciudad de México, se encuentra la Basílica de San José y de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, cuyo interior resguarda un cuadro de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús que llegó de Francia en la primera mitad del siglo XX y que fue el detonante para que esta devoción se extendiera por todo México.

La imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús es una devoción mariana de origen francés que se inició a partir de 1855, inspirada por el Padre Julio Chevalier Ory, Fundador de los Misioneros del Sagrado Corazón, quien en 1860 mandó a representar la primera imagen en un vitral de la capilla de Nuestra Señora de Issoudun.

Cuenta la historia que 1854, durante la novena de la Inmaculada Concepción, el Padre Chevalier, prometió a Dios que si su sueño de crear una congregación misionera en honor al Sagrado Corazón de Jesús se cumplía, él enseñaría a los fieles a amar a la Virgen de una manera particular: «En testimonio de gratitud hacia María, la considerarán como su Fundadora y su Soberana, la asociarán a todas sus obras y la harán amar de un modo peculiar», dicta la promesa del Padre Chevalier.

Tres años después, el Padre logró obtener las donaciones suficientes para construir la Basílica de Nuestra Señora del Sagrado Corazón consolidando su tan deseada cofradía y da a la Virgen María el nombre de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús:

«Al pronunciar este nombre, agradecemos y glorificamos a Dios, porque ha escogido a María entre todas las criaturas para formar en su seno virginal el Corazón adorable de Jesús. Reconocemos mediante este título especial, resumen en cierto modo de los demás títulos de María, el inefable poder que el dulcísimo Salvador le ha concedido sobre su Corazón adorable. Suplicamos a esta compasiva Madre que nos conduzca al Corazón de su Hijo… Como el poder de María sobrepasa cuanto nuestra débil razón puede concebir, y Jesús escucha siempre las humildes súplicas y ruegos de su Madre, le confiaremos el éxito de las causas difíciles y desesperadas…»

Padre Julio Chevalier Ory, Fundador de los Misioneros del
Sagrado Corazón

En 1861, el Padre Chevalier encargó al señor Leopard Lobin, artista sobre vidrio, construir una vidriera en la capilla en la que se plasmara una imagen de la Virgen que pudiera explicar el significado del nuevo título, insistiendo mucho sobre las relaciones privilegiadas entre María y Jesús.

La primera imagen representa a la Inmaculada con las manos extendidas significando el río de gracias que nos llegan por medio de Ella. La mirada baja hacia sus hijos, los fieles y en gesto acogedor hacia su Hijo, al que nos presenta. Delante de esta imagen se encuentra el Niño Jesús de 12 años, señalando con la mano izquierda su propio corazón, y con la derecha a su Madre, enviando el mensaje de que por medio de María se derramarán sobre la tierra los tesoros de su corazón.

Cuando el Padre Chevalier pudo ampliar el santuario al Sagrado Corazón, encargó para el altar a Nuestra Señora con la misma representación, una bella y gran escultura en mármol blanco de Carrara a un escultor de reconocido prestigio llamado Jules Blanchard. La imagen se coronó el 8 de septiembre de 1869 por Breve Pontificio del Papa Pio IX con la asistencia de veinte mil peregrinos, treinta obispos y seiscientos sacerdotes.

Para 1880, la imagen tuvo algunos cambios; la nueva iconografía representa a la Virgen María con el Niño en brazos y mostrándonos el corazón de su Hijo, a su vez, el Niño abre los brazos como queriendo abarcar a todo el mundo.

La imagen de N.S. del Sagrado Corazón llegó a la Parroquia de San José de los Naturales en la primera mitad del Siglo XX.

Para 1920 se elegiría la imagen que quedaría hasta la actualidad, en ella la Virgen María, de pie, tiene en sus brazos a su pequeño Hijo, sosteniendo su Corazón. Jesús señala con una de sus manos su Corazón, y con la otra nos refiere a su Madre. La representación de la íntima relación entre ambos no puede ser más perfecta: “Venid a Mí por medio de Ella, que es la dueña de mi Corazón”.

En 1869, llegaron a México las primeras representaciones de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús en forma de novenas. A partir de entonces comenzaron a erigirse capillas, cofradías y asociaciones dedicadas a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, principalmente por el occidente del país. Pero fue la Parroquia de San José, en el barrio de San Juan de Letrán, la que se convertiría en el centro de esta devoción en la capital del país.

LA CAPILLA DE SAN JOSÉ DE LOS NATURALES
San José y el Niño jesús, Basílica de San José y N.S. del Sagrado Corazón, CDMX.

Los orígenes de la Parroquia de San José, se remontan a los primeros años de la Conquista. Cuando los franciscanos llegaron a la Nueva España en 1523, decidieron conservar la división territorial de los dos señoríos indígenas de la ciudad, es decir, Tenochtitlán y Tlatelolco, por eso, abrieron un centro de evangelización con su respectiva capilla en cada señorío: San José de los Naturales, para México Tenochtitlán, y Santiago, para Tlatelolco, los dos centros religiosos más importantes hasta mediados del siglo XVI en la Ciudad de México.

La capilla de San José de los Naturales formó parte de las fundaciones que fray Pedro de Gante promovió para la evangelización de los naturales de la ciudad. La primitiva construcción se levantó donde estuvo el palacio y recreo de Moctezuma. San José fungió como doctrina de indios, de la cual dependían las otras cuatro capillas, también fundadas por Gante, ubicadas en cada uno de los cuatro barrios indígenas de la ciudad: San Pablo Teopan, San Sebastián Atzacualco, San Juan Moyotla y Santa María Cuepopan.

En cada capilla los indígenas recibían la instrucción religiosa, pero los domingos y días festivos se reunían todos en San José de los Naturales para celebrar la liturgia. En esa época la capilla de San José fue tan importante para la ciudad, que ahí se realizaron los actos litúrgicos más solemnes de la urbe novohispana, como las exequias a Carlos V y el Primer Concilio Provincial.

Aquella primera capilla de San José de los Naturales se construyó alrededor de 1527; se encontraba en la parte trasera norte del Convento de San Francisco, siendo su manufactura de carácter provisional y de materiales poco perdurables. Aún no se construía el convento grande cuando la capilla ya funcionaba como centro de evangelización. En un principio recibió el nombre de “San José de Belén de los Naturales”, pues «en ella nació Cristo -para los naturales- y solía ser de paja como un portal pobre», de acuerdo a la descripción de Agustín de Vetancurt.

 

En 1547 la capilla original se modificó para darle mayor solidez y más tarde, el templo fue reconstruido; esta nueva edificación se dedicó el 8 de diciembre de 1657. El templo volvió a modificarse en 1717 para obtener una iglesia de mejor hechura y mayor extensión.

El 12 de mayo de 1770 se ordenó la secularización de la parroquia y se nombró a José García Bravo como primer cura secular. A los franciscanos se les concedió el privilegio de conservar el Convento de San Francisco y sus anexos, incluyendo el edificio que alojaba la Parroquia de San José. En 1772, hecha la nueva división de parroquias de la Ciudad de México por el arzobispo Lorenzana, San José quedó como la cuarta parroquia de la ciudad, sin embargo, el edificio para establecer la sede parroquial no estaba aún concluido, por esta razón la parroquia operó todavía un tiempo desde la  capilla de San Antonio de los Callejones en Teocaltitlan.

San José de los Naturales fue, sin duda, el centro de operaciones para la expansión de la evangelización de los franciscanos dentro de la ciudad y sus alrededores. Su importancia sobre los demás templos se demuestra por el hecho de que las autoridades de la República de los Indios acudían a San José, donde inclusive fundaron la Cofradía de San Juan Bautista de la República. Además de ésta, se fundaron otras siete cofradías: la del Santísimo Sacramento, de la cual la división de españoles se trasladaría más adelante a catedral y en San José sólo quedaría la de indios; la Cofradía de las Ánimas; la Cofradía del Santo Entierro; la Cofradía de la Santísima Trinidad de los Sastres; la de la Soledad de la Virgen; la del Tránsito de la Virgen, y la de San Diego de Alcalá, cada una con sus fiestas y celebraciones.

El templo que se conserva en la actualidad estaba ya construido para fines del siglo XVIII y principios del XIX. El nuevo templo completamente reformado se bendijo el 20 de junio de 1861.

NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN LLEGA A SAN JOSÉ
Retablo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Basílica de San José y N.S. del Sagrado Corazón, CDMX.

Existen dos versiones sobre la llegada de la imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón a la Parroquia de San José, una documentada y otra, la versión piadosa.

La primera versión nos dice que en 1923 una mujer, ex religiosa dominica, de nombre María Mendizábal obsequió al párroco de San José, Juan S. Gómez, una imagen impresa en tela de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. La imagen había sido enviada desde Issoudun. Rápidamente adquirió fama de ser muy milagrosa. Este hecho, aunado con la difusión de la novena que daba a la imagen el título de “Abogada de las causas difíciles y desesperadas”, y a la impresión de la imagen en estampas y cromos, hizo que fuera esta representación la que más se propagó en México.

La segunda versión dice que Cuando el ejercito de Hitler entró a la ciudad de París a finales de 1939, María Mendizábal, huyó de Francia para vivir en México. Al llegar a Veracruz, se dirigió a la Ciudad de México para formar su nuevo hogar.

Entre sus pocas posesiones, tenía un cuadro de Nuestra Señora del Sagrado Corazón que deseaba donar a alguna iglesia, ya que solo buscaba tener una pequeña habitación, por lo que entregó la imagen al Párroco Juan S. Gómez, quien le permitió colocarla en la pared del vestíbulo.

Altar de N.S. del Sagrado Corazón en el muro lateral izquierdo de la Basílica de San José
Esa misma tarde, un niño de nueve años que padecía parálisis infantil, se curó inmediatamente después de orar ante la imagen de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. El pequeño dejó sus muletas en el suelo y corrió a su casa para contarle a su madre. La noticia de aquel prodigio se extendió rápidamente, y al día siguiente, cientos de fieles visitaron la iglesia para admirar la imagen de Nuestra Señora.

Después de una semana, el párroco tomó la imagen del vestíbulo para colocarla en el frente de la iglesia para que los cientos de fieles que la aclamaban pudieran verla fácilmente.

Las bondades de la Virgen no se hicieron esperar, pues como Abogada de las causas difíciles y desesperadas, Nuestra Señora del Sagrado Corazón favoreció a todos aquellos que confiadamente invocaban su protección, y como muestra de agradecimiento, fue colocada en un marco ovalado de plata en la pared izquierda del templo, que actualmente se encuentra cubierta por exvotos que dan testimonio de los milagros de Nuestra Señora.

El arzobispo Ruiz y Flores bendijo solemnemente la imagen el 2 de febrero de 1940 en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y el 26 de septiembre de 1948 el arzobispo Luis María Martínez coronó la imagen. A partir de este hecho, la parroquia cambió su nombre al de Parroquia de San José y Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

Capilla en el atrio de la Basílica de San José y N.S. del Sagrado Corazón.

Por la importancia histórica del templo y la devoción a Nuestra Señora que trascendió en la Ciudad de México y que se extendió por todo el país, el Papa San Juan Pablo II le otorgó el título de Basílica Menor al templo de San José y de Nuestra Señora del Sagrado Corazón el 15 de enero de 1993, concediéndole algunos privilegios como indulgencias plenarias, el uso de los símbolos pontificios y el uso de prendas litúrgicas especiales para la administración de los sacramentos:
“Ioannes Paulus PP. II para perpetua memoria. En la ciudad de México, grandísima e ilustre urbe, está el Templo Parroquial de San José y Nuestra Señora del Sagrado Corazón, preclaro por sus admirables obras de arte, que fue, tanto la primer Parroquia de la Nueva España, como también la Sede del Primer Concilio Provincial Mexicano. Allí mismo también, es venerada piadosamente, por los fieles del lugar y de las regiones circunvecinas, una graciosa imagen de la Madre de Dios, invocada con ese mismo título, la cual fue coronada, con corona de oro, el 26 del mes de septiembre del año de 1948, en nombre y con la autoridad del Sumo pontífice, el Papa Pío XII, nuestro Predecesor, de feliz memoria. Consta además, que la misma iglesia es un notable centro de vida espiritual, y de obras pastorales y de caridad, especialmente hacia los pobres, los enfermos y los ancianos.

Por lo cual, nuestro Venerable Hermano, Ernesto Corripio Ahumada, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Arzobispo Metropolitano de México, por carta del día 3 de septiembre del año pasado, en compañía de los Obispos Auxiliares, del Clero, del pueblo, y en nombre propio, nos pidió que dicho templo fuese honrado con el título y dignidad de Basílica Menor; Nos hemos pensado obsequiar con especial agrado la petición de tan solícito y dignísimo Pastor.
Por lo tanto, de acuerdo a la sentencia de la Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos, misma que ratificamos, en uso de nuestra autoridad Apostólica, en virtud de estas Letras, decoramos, desde ahora y para siempre, a dicho Templo Parroquial, del cual hemos hecho ya mención, con el título y la dignidad de Basílica Menor, usando de todos los derechos y concesiones litúrgicas que competen plenamente a los sagrados lugares, dignificados con este nombre, observando, sin embargo, todas aquellas cosas que deben ser observadas, de acuerdo al Decreto “De título Basilicae Minoris”, del día 9 del mes de noviembre de 1989. Tan fausto acontecimiento sirva de alegría al Pastor mexicano, a su clero y a su pueblo, tan querido para Nosotros. Finalmente notificamos estas Letras, tanto para el presente como para la posteridad, sin que obste nada en contrario.

Dado en Roma, carca de San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 15 del mes de enero, del año 1993, Décimo Quinto de nuestro Pontificado”.

Aunque la Basílica de San José y Nuestra Señora del Sagrado Corazón sufrió daños por los sismos de 1985 y del 19 de septiembre de 2017, sigue abierto a los fieles que visitan a Nuestra Señora, principalmente el día de su fiesta, el 31 de mayo.

Fuente: Ornelas Méndez, Candy. INVENTARIO DEL ARCHIVO PARROQUIAL DE LA BASÍLICA DE SAN JOSÉ Y NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN. Inventario 348. Ciudad de México, Arquidiócesis de México, 2016.

«¡Oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús, de ese Corazón que es el manantial inagotable de todas las gracias, y el que podéis abrir a vuestro gusto para derramar sobre los hombres todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación que encierra!«