“Santo Tomás de Cantorbery tenía la piadosa costumbre de rezar el Ave-María siete veces al día en honor de los siete gozos de la santísima Virgen, á saber: Anunciación, Visitación, Natividad, Epifanía, Hallazgo en el Templo, Resurrección y Ascensión. Se le apareció en cierta ocasión nuestra Señora, y le dijo estas palabras: «Tomás, hijo mio, mucho me agrada tu devoción; pero ¿por qué honras solamente los gozos que tuve en la tierra? En lo sucesivo, es mi voluntad, que honres igualmente los gozos que estoy ahora disfrutando en el cielo, porque has de saber que pienso consolar, y colmar de inefables dulzuras, y presentar por fin después de su muerte a mi Hijo amantísimo, a todo aquel que honre ambos gozos míos.»
Se sintió entonces el Santo inundado de una indecible alegría, y exclamó: « ¿Y cómo, Madre mía, cómo podré yo hacer semejante cosa, cuando apenas conozco esos vuestros gozos celestiales?» Á lo cual contestó la santísima Virgen que honrase con siete Ave-Marías los gozos siguientes: Su primer gozo, por haberla encumbrado en el cielo la Beatísima Trinidad sobre toda otra criatura: segundo, por haberla ensalzado su virginal pureza sobre todos los Ángeles y Santos: tercero, por verse alumbrados los cielos con el vivísimo resplandor de su gloria: cuarto, por las adoraciones que como á Madre de Dios la están tributando todos los bienaventurados de la gloria: quinto, por otorgarla su Hijo todo cuanto le pide: sexto, por las innumerables gracias que recibiera viviendo en la tierra, y por la gloria singular que tiene Dios aparejada á sus devotos en el cielo: séptimo, por el aumento continuo de su gloria accidental.
Dícese haber compuesto el Santo sobre estos gozos la Sequentia, Gaude flore virginali, la cual se cantaba en algunas iglesias y es citada en el Parnassus Marianus .
En igual práctica se ejercitaba Santa Catalina de Bolonia, persona muy devota de Santo Tomás.
Cuenta asimismo el Beato Francisco de la Cruz, que conmemorando un día el Beato Ranulfo los siete gozos que la Madre de Dios tuvo en la tierra, se le apareció esta Señora, y le reveló los mismos siete gozos celestiales que al Santo Arzobispo de Cantorbery, si bien con diferente orden.
Todavía existe otra revelación hecha al Beato José Herman del Orden Premonstratense, que nos muestra á las claras lo muy agradable que es á la santísima Virgen esta devoción á sus gozos. Eran en su tiempo tan frecuentes los robos de Iglesias, que se vieron los religiosos precisados á designar á un hermano suyo, para que guardase el templo durante la noche. Le cupo varias veces la suerte al siervo de Dios, y semejante oficio le sirvió de pretexto para interrumpir una de sus devociones ordinarias, la cual consistía en rezar cierto número de Ave-Marías en honor de los gozos de esta Señora.
Se le apareció entonces la Virgen, no como tenía de costumbre, joven y hermosa, sino vieja y llena de fealdad. Herman se atrevió á preguntarla el motivo de tal cambio, y la Madre de Dios le contestó: —«Para ti soy vieja y fea. ¿Dónde está ahora tu devoción á mis gozos? ¿Dónde aquellas Ave-Marías? ¿Dónde, en fin, aquellos ejercicios de piedad en que antes te empleabas, y con los cuales era Yo joven y agraciada á tus ojos, y tú á los míos? No interrumpas tus devociones bajo pretexto de guardar el monasterio, porque Yo soy su mejor guardián.»
Advertido Herman con semejante respuesta, tornó de nuevo á sus primeros ejercicios grandemente complacido de saber la suma complacencia que recibía su benditísima Madre con esta devoción á sus gozos.
San Pedro Damián refiere asimismo en sus cartas un caso parecido.
San Pedro Damián refiere asimismo en sus cartas un caso parecido.
Cierto monje, al pasar delante del altar de la santísima Virgen, solía saludarla con la siguiente antífona: « ¡Regocijaos, Madre de Dios, Virgen inmaculada! ¡Regocijaos con el gozo que recibisteis del Ángel! ¡Regocijaos, Vos, que disteis á luz al Esplendor de la gloria del Padre! ¡Regocijaos, Madre benditísima! ¡Regocijaos, Virgen Madre de Dios! ¡Regocijaos, Vos, la única Virgen Madre: toda la creación cante vuestras alabanzas! ¡Madre de la Luz, interceded por nosotros!» Al cruzar un día la Iglesia este siervo de Dios, oyó una voz que salía del altar, y le decía: « Me anuncias gozos, hijo mio, y los gozos serán para ti.»”.
FUENTE: “Todo por Jesús”. Obra escrita en inglés por Federico Guillermo Faber, presbítero,doctor en sagrada teología y prepósito del oratorio de San Felipe Neri. Tomo I.Madrid. 1866. Librería de Don Miguel Olamendi.Págs. 249-252
“Relato de Don Bosco sobre la piadosa práctica del rezo de los siete gozos de la Santísima Virgen”
(Memorias Biográficas de Don Bosco. Volumen 8. Capítulo LXXVI)
“Por la noche del 2 de septiembre (1867), cuarto día de la novena de la Natividad de María Santísima, contaba don Bosco otro ejemplo:
Un jovencito se había acostumbrado desde niño a rezar todos los días los siete gozos de la Virgen. Llegó a punto de muerte. A los presentes les parecía que había entrado en agonía. Cuando he aquí que, a poco volvió en sí, cesó un tanto el malestar y sonrió mirando a los que circundaban su lecho. Estos, estupefactos, le preguntaron qué significaba aquella sonrisa. Y él respondió:
-Mirad. Hace un momento me parecía estar muerto o que mi alma se hallaba a punto de salir del cuerpo para presentarse ante el tribunal de Dios. Cuando de repente se me presentó una Señora, vestida como una reina, resplandeciente; me detuvo y me dijo:
-¿Por qué estás tan preocupado?
Y yo le respondí:
-¡Temo el juicio de Dios, tengo miedo a condenarme!
-¿Y por qué?
-Porque si me condeno pierdo para siempre el paraíso y a mi Dios. ¡Tengo miedo del tremendo juicio de Dios!
Y ella replicó:
-No temas, mis devotos no se condenarán; tú has rezado cada día durante muchos años mis siete gozos y yo seré tu consuelo en la muerte y en el paraíso. No temas los juicios de Dios porque yo misma te acompañaré ante el Juez Eterno para defenderte. Ve a decir a todos los que puedas que el que sea mi devoto y recite mis siete gozos, que disfruto en el paraíso, no se condenará: yo le consolaré con mi presencia en la muerte, en el tribunal de mi divino Hijo, y en el paraíso para siempre.
Mañana, pues, como flor, recite cada uno los siete gozos de la Virgen. Los más fervorosos hagan por rezarlos durante toda la novena y también durante toda la vida. El que no quiere practicar esta devoción practique cualquiera otra. Así seréis consolados por la Virgen en la vida y en la muerte.”
GOZOS EN LA TIERRA.
1. Gózate, Oh Virgen María, porque siendo saludada por el Arcángel San Gabriel, concebiste el Verbo Eterno para virtud del Espíritu Santo. Ave María.
2. Gózate, Oh Virgen María, porque al fin de los nueve meses nació el deseado de las gentes, quedando virgen purísima, y le viste adorado de los ángeles y pastores. Ave María.
3. Gózate, Oh Virgen María, porque viste a tu santísimo Hijo adorado de los tres Reyes Magos, primicias de la gentilidad, por verdadero Dios, Rey y Salvador del mundo. Ave María.
4. Gózate, Oh Virgen María , porque después de haber padecido gran tristeza y soledad por la muerte de tu santísimo Hijo, le viste resucitado, vestido de resplandor y coronado de gloria. Ave María.
5. Gózate, Oh Virgen María, porque viste a tu santísimo Hijo subir glorioso a los cielos por su propia virtud para sentarse a la derecha de su Padre. Ave María.
6. Gózate, Oh Virgen María, porque bajó sobre ti y sobre el Colegio Apostólico el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Ave María.
7. Gózale, Oh Virgen María, porque subiste a la gloria para ser coronada de toda la Santísima Trinidad por Reina de Cielos y Tierra. Ave María.
GOZOS EN EL CIELO
1. Gózate, Oh Hija de Dios Padre, porque eres exaltada sobre todos los ángeles y santos por tu incomparable pureza y santidad. Ave María.
2. Gózate, Oh Madre de Dios Hijo, porque así como el sol alumbra y hermosea con sus rayos la tierra, tú alumbras y hermoseas con tus resplandores el cielo. Ave María.
3. Gózate, Oh Esposa del Espíritu Santo, porque todos los Ángeles y Bienaventurados te aman, te honran, y te obedecen como a su Reina y Madre de su Creador. Ave María.
4. Gózate, Oh Templo de la Santísima Trinidad, porque Tu Hijo te concede cuanto le pides y quiere que todas las gracias se otorguen a los hombres por tus Santas Manos. Ave María.
8. Gózate, Oh Reina de los Cielos y de la tierra, porque tú sola has merecido sentarte a la derecha de tu Hijo, que está sentado a la diestra de su Padre. Ave María.
6. Gózate , Oh Madre de Misericordia, porque a los que te alaban, sirven y reverencian, premia Dios en esta vida con gracia, y en la Vida Eterna con gloria. Ave María.
7. Gózate, Oh Virgen de las vírgenes, porque tus gozos y alegrías no se han de acabar ni disminuir jamás, y han de durar toda la eternidad. Ave María.
FUENTE: “Todo por Jesús”. Obra escrita en inglés por Federico Guillermo Faber, presbítero,doctor en sagrada teología y prepósito del oratorio de San Felipe Neri. Tomo I.Madrid. 1866. Librería de Don Miguel Olamendi.Págs. 249-252
“Relato de Don Bosco sobre la piadosa práctica del rezo de los siete gozos de la Santísima Virgen”
(Memorias Biográficas de Don Bosco. Volumen 8. Capítulo LXXVI)
“Por la noche del 2 de septiembre (1867), cuarto día de la novena de la Natividad de María Santísima, contaba don Bosco otro ejemplo:
Un jovencito se había acostumbrado desde niño a rezar todos los días los siete gozos de la Virgen. Llegó a punto de muerte. A los presentes les parecía que había entrado en agonía. Cuando he aquí que, a poco volvió en sí, cesó un tanto el malestar y sonrió mirando a los que circundaban su lecho. Estos, estupefactos, le preguntaron qué significaba aquella sonrisa. Y él respondió:
-Mirad. Hace un momento me parecía estar muerto o que mi alma se hallaba a punto de salir del cuerpo para presentarse ante el tribunal de Dios. Cuando de repente se me presentó una Señora, vestida como una reina, resplandeciente; me detuvo y me dijo:
-¿Por qué estás tan preocupado?
Y yo le respondí:
-¡Temo el juicio de Dios, tengo miedo a condenarme!
-¿Y por qué?
-Porque si me condeno pierdo para siempre el paraíso y a mi Dios. ¡Tengo miedo del tremendo juicio de Dios!
Y ella replicó:
-No temas, mis devotos no se condenarán; tú has rezado cada día durante muchos años mis siete gozos y yo seré tu consuelo en la muerte y en el paraíso. No temas los juicios de Dios porque yo misma te acompañaré ante el Juez Eterno para defenderte. Ve a decir a todos los que puedas que el que sea mi devoto y recite mis siete gozos, que disfruto en el paraíso, no se condenará: yo le consolaré con mi presencia en la muerte, en el tribunal de mi divino Hijo, y en el paraíso para siempre.
Mañana, pues, como flor, recite cada uno los siete gozos de la Virgen. Los más fervorosos hagan por rezarlos durante toda la novena y también durante toda la vida. El que no quiere practicar esta devoción practique cualquiera otra. Así seréis consolados por la Virgen en la vida y en la muerte.”
GOZOS EN LA TIERRA.
1. Gózate, Oh Virgen María, porque siendo saludada por el Arcángel San Gabriel, concebiste el Verbo Eterno para virtud del Espíritu Santo. Ave María.
2. Gózate, Oh Virgen María, porque al fin de los nueve meses nació el deseado de las gentes, quedando virgen purísima, y le viste adorado de los ángeles y pastores. Ave María.
3. Gózate, Oh Virgen María, porque viste a tu santísimo Hijo adorado de los tres Reyes Magos, primicias de la gentilidad, por verdadero Dios, Rey y Salvador del mundo. Ave María.
4. Gózate, Oh Virgen María , porque después de haber padecido gran tristeza y soledad por la muerte de tu santísimo Hijo, le viste resucitado, vestido de resplandor y coronado de gloria. Ave María.
5. Gózate, Oh Virgen María, porque viste a tu santísimo Hijo subir glorioso a los cielos por su propia virtud para sentarse a la derecha de su Padre. Ave María.
6. Gózate, Oh Virgen María, porque bajó sobre ti y sobre el Colegio Apostólico el Espíritu Santo el día de Pentecostés. Ave María.
7. Gózale, Oh Virgen María, porque subiste a la gloria para ser coronada de toda la Santísima Trinidad por Reina de Cielos y Tierra. Ave María.
GOZOS EN EL CIELO
1. Gózate, Oh Hija de Dios Padre, porque eres exaltada sobre todos los ángeles y santos por tu incomparable pureza y santidad. Ave María.
2. Gózate, Oh Madre de Dios Hijo, porque así como el sol alumbra y hermosea con sus rayos la tierra, tú alumbras y hermoseas con tus resplandores el cielo. Ave María.
3. Gózate, Oh Esposa del Espíritu Santo, porque todos los Ángeles y Bienaventurados te aman, te honran, y te obedecen como a su Reina y Madre de su Creador. Ave María.
4. Gózate, Oh Templo de la Santísima Trinidad, porque Tu Hijo te concede cuanto le pides y quiere que todas las gracias se otorguen a los hombres por tus Santas Manos. Ave María.
8. Gózate, Oh Reina de los Cielos y de la tierra, porque tú sola has merecido sentarte a la derecha de tu Hijo, que está sentado a la diestra de su Padre. Ave María.
6. Gózate , Oh Madre de Misericordia, porque a los que te alaban, sirven y reverencian, premia Dios en esta vida con gracia, y en la Vida Eterna con gloria. Ave María.
7. Gózate, Oh Virgen de las vírgenes, porque tus gozos y alegrías no se han de acabar ni disminuir jamás, y han de durar toda la eternidad. Ave María.