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Historia de la Virgen del Pilar
Milagros de la Virgen del Pilar
La imágen de la Virgen del Pilar
Nuestra señora del Pilar y Cristobal Colón
Imágenes de Nuestra señora del Pilar y Cristobal Colón
Se atribuyen a la intercesión de la Virgen del Pilar diversos milagros, entre los que destacan la asombrosa curación de doña Blanca de Navarra, a la que se creía muerta, y las de invidentes como el niño Manuel Tomás Serrano y el organista Domingo de Saludes o el llamado «Milagro de Calanda», por el que al mendigo Miguel Pellicer , nacido en Calanda , se le restituyó la pierna que le fue amputada en octubre de 1637. Este suceso extraordinario ocurrió el 29 de marzo de 1640 y fue proclamado como milagro el 27 de abril de 1641 por el arzobispo Pedro Apaolaza Ramírez , tras un proceso en el que intervinieron tres jueces civiles y fueron interrogados veinticinco testigos.
Ese mismo año, el rey Felipe IV mandó ir a palacio a Miguel Pellicer y arrodillándose ante él le besó la pierna. Este hecho prodigioso determinó que en 1642 la Virgen del Pilar se convirtiera en co-patrona de Zaragoza junto a San Valero .
Más mundanos resultan otros hechos que se le atribuyen, como liberaciones de presos, superación de pruebas o éxitos económicos y deportivos.
Entre las campañas militares que los católicos consideran obra de su intercesión se cuenta la toma de Zaragoza de manos musulmanas en 1118, la resistencia ante el ejército francés durante la Guerra de Independencia Española y la protección del templo en la Guerra Civil Española
De esta última se narra el bombardeo sufrido por el templo el 3 de agosto de 1936, cuando fueron arrojadas sobre la Basílica de El Pilar cuatro bombas que no estallaron. Las cargas que cayeron en el templo se exponen a los lados del Camarín de la Virgen e integran la larga lista de hechos milagrosos atribuidos a la Virgen.
A la Virgen del Pilar se le atribuye uno de los milagros más sonados y mejor documentados de la historia, el de Miguel Juan Pellicer (o Pellicero) Blasco, más conocido como el Cojo de Calanda.
El joven Miguel, de 20 años, había ido a trabajar en el campo de Castellón desde su Calanda natal cuando un día a finales de julio de 1637 el carro que guiaba se le cayó encima rompiéndole la tibia. El enfermo fue llevado a Castellón y después a Valencia, el 3 de agosto según figura en el registro, donde los remedios no le mejoraron.
Él, muy devoto de la Virgen del Pilar, pidió que le llevasen a Zaragoza, pero no por el camino de su pueblo, sino por Teruel. 50 días después del accidente, antes de ingresar, el buen Miguel va a la Basílica a confesarse y comulgar ante la Pilarica, después va al Hospital de Gracia, donde tras un examen de la pierna, ésta es amputada por el cirujano Juan de Estanga, asesorado por los médicos Diego Millaruelo y Miguel Beltrán. La pierna cortada es enterrada en el cementerio del hospital por el practicante Juan Lorenzo García.
Unos meses dura la recuperación en el Hospital, pero, lisiado, Miguel Pellicer se dedica a la mendicidad en la Puerta Norte de la Basílica del Pilar, y aprovecha el aceite de las lámparas para aliviarse la herida del muñón.
Dos años pasa así tras los que decide superar su vergüenza y volver a su pueblo, Calanda, para ayudar en lo que pueda a sus padres. La noche del 29 de marzo de 1640 sus padres tienen que dar cobijo forzoso a unos soldados franceses que pasan por el pueblo, Miguel se acuesta pronto y su madre, cuando va a comprobar que duerme bien, lo encuentra dormido, pero con las dos piernas. Miguel no duda en atribuir el hecho a la Virgen del Pilar.
La noticia se extiende por la comarca y a los dos días, el 1 de abril se presenta el párroco del pueblo vecino con el notario Miguel Andreu, que levanta acta de lo sucedido. El arzobispo de Zaragoza, tras una investigación en la que declararon los cirujanos, los testigos del pueblo y otros, sentencia el 27 de abril de 1641 que la restitución de la pierna de Miguel Pellicer fue un hecho milagroso.
Incluso se buscó la pierna enterrada y sólo se encontró un hueco, y Miguel mismo declara que la pierna "era la suya" con cicatrices que tenía anteriores.