Nuestra Señora del buen consejo de Genazzano

26 de Abril
A poca distancia de Roma (a 60 kilómetros al sur de la ciudad) se encuentra Genazzano, cuya iglesia está dedicada a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Buen Consejo, advocación que la dio el papa san Marcos en el siglo IV, y es una de las advocaciones marianas más antiguas, aunque su inclusión en las letanías corresponde al papa León XIII en 1903. Desde el s. XIV su difusión y devoción está bajo el cuidado de la Orden Agustina, que la celebra el 26 de abril de cada año.

HISTORIA:
Mucho antes de la venida de Cristo, el pequeño pueblo de Genazzano, construyó un templo a Venus. Allí se le ofrecía culto y celebraban grandes fiestas en su honor. En el siglo IV de nuestra era, cuando el cristianismo había sido públicamente reconocido en el Imperio Romano, el Papa san Marcos (336 d.C.) mandó construir una iglesia en una colina sobre el pueblo, no muy lejos de las ruinas del antiguo templo pagano. 
La iglesia, firme y fuerte pero pequeña y sencilla, fue dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo.
 
A través de los siglos, Nuestra Señora fue honrada de manera especial en la pequeña iglesia de la colina, la cual se puso a cargo de los frailes de la Orden de San Agustín en 1356. Con el tiempo, el uso y los desgarros comenzaron a afectar al anciano templo. Para el siglo XV, la iglesia se había venido desvencijando tanto que algunos temían su total colapso. Pocos, sin embargo, parecían tener interés en repararla.

Para la restauración del templo antiguo tomó un papel importante la terciaria agustina Petruccia de Nocera, viuda y dedicada a la oración y a servicios en el Templo.
 Pidió permiso a los frailes para dar en patrimonio al templo su herencia con la que se restablecería nuevamente la estructura deteriorada. Confiando en Nuestra Señora, Petruccia contrató trabajadores y constructores, compró también los materiales. Sus vecinos la observaron por un tiempo en silencio, luego comenzaron a burlarse de ella, especialmente cuando les pedía ayuda.

Petruccia no podía comprender la actitud que sus vecinos y pensaba que su amor a Nuestra Señora los inspiraría a ofrecer ayuda. Pero los corazones no estaban para eso. Ellos sabían que construir una iglesia grande y bonita era un gran proyecto y que Petruccia tenía dinero, pero no lo suficiente. Percibían la obra como un acto de orgullo y presunción por parte de Petruccia y la criticaban.

 Cuando la obra tuvo que detenerse por falta de fondos, las paredes sin terminar fueron nombradas "la locura de Petruccia". Ella no se dejó dominar por los obstáculos; estaba determinada a hacer todo lo que pudiese para ver la iglesia completada. Sentía que Nuestra Señora había inspirado el trabajo y que Ella lo apoyaría cuando fuese su tiempo. Decía que algún día "una gran Señora vendría a tomar posesión de ella". Petruccia entonces recurrió a sacrificios y oraciones más fervorosas.

Un poco después, durante la fiesta del pueblo, el 25 de abril de 1467, muchas personas estaban congregadas en la plaza del mercado pasando un buen rato- festejando, bailando y cantando. En medio de las fiestas, alguien vio una nube encopada flotando bien bajo a través del claro cielo azul. 

El asombro paralizó el baile y el canto. Toda la atención fue puesta en la nube que bajaba despacio y que finalmente se detuvo en un borde angosto de las paredes sin terminar de la iglesia de Petruccia. 
La nube se abrió gradualmente, y en su centro apareció una bellísima pintura de Nuestra Señora con el Niño Jesús. Todas las campanas del pueblo comenzaron a sonar sin la ayuda de manos humanas.

Atraídos por el inesperado y fuerte repicar de las campanas, la gente de las villas aledañas se apresuraron a Genazzano para averiguar la causa. Mientras tanto, al escuchar del milagro, Petruccia, que estaba orando en casa, se apresuró a la iglesia para arrodillarse ante la pintura. Llena de alegría dijo que ella sabía que Nuestra Señora vendría a tomar posesión de su iglesia. Toda la gente se le unió en las alabanzas a Nuestra Señora.

Nadie conocía la procedencia de la pintura ni la había visto antes. Pronto una maravillosa lluvia de gracias y milagrosas curaciones comenzaron a suceder. En solo cuatro meses, 171 milagros fueron archivados. La gente comenzó a llamar a la imagen "Nuestra Señora del Paraíso" porque creían que había sido traída a Genazzano por manos de los ángeles ocultos en la nube encopada. Otros, por los numerosos milagros, la llamaban "Nuestra Señora de los Milagros".

Durante este tiempo, dos extranjeros procedentes de Scutari, Albania, llegaron a Genazzano buscando la milagrosa pintura de la Virgen. Ellos contaron su testimonio. Scutari fue la última ciudad tomada por los Turcos en su invasión de Albania. 
Cuando comprendieron que ya no podian resistir mas, le pidieron consejo a la Virgen sobre que hacer para mantener su fe católica en aquellas circunstancias. Esa noche, ante el asombro de los dos albaneses, la imagen de la Virgen se desprendió de la pared y elevándose por los cielos se comenzó a trasladar lentamente hacia el oeste. Así pudieron seguirla, cruzar el mar adriático que separa Albania de Italia, hasta que llegaron a Genazzano. Así decidieron quedarse en Genazzano para vivir cerca de su Señora, que también se había refugiado.

Cuando el Papa Pablo II en Roma escuchó acerca de la pintura y de sus muchos milagros, mandó a dos obispos como comisionados a examinar y estudiar los acontecimientos extraordinarios. Después de una cuidadosa investigación, el Papa y los comisionados quedaron convencidos de que la pintura era verdaderamente Nuestra Señora del Buen Consejo, que había sido venerada por siglos en el pequeño pueblo de Scutari.
El espacio vacío con las dimensiones exactas donde había estado la pintura en la iglesia fue evidente para todos. La imagen- del espesor de cáscara de huevo- había sido pintada sobre el yeso de la pared. Ninguna habilidad humana podría haber tomado con éxito la pintura de la pared sin romperla. Ninguna mano humana podría haberla traído a través del mar Adriático y colocarla en el borde angosto de la iglesia sin sujetarla.

Naturalmente, la iglesia de Petruccia fue completada. Más bien, hubieron tantas donaciones y fué ofrecida tanta ayuda que se convirtió en una bella basílica. La pintura fué puesta en un relicario maravilloso con un marco de oro adornado con piedras preciosas. Mas tarde dos coronas de oro enviadas por el Vaticano fueron colocadas en las cabezas de la Madre y el Niño. La pintura aún está en la iglesia, "la locura de Petruccia". Los monjes Agustinos son los guardianes especiales de la iglesia y de la pintura milagrosa.

Algunos Papas de la Iglesia católica le han rendido homenajes a esta advocación. Pio V como exvoto envió un corazón de oro; Urbano VII, en 1630 fue en peregrinación para pedir la ayuda durante una plaga; Inocencio XI, coronó a la imagen. Benedicto XIV aprobó la Cofradía de Nuestra Señora del Buen Consejo, siendo su primer miembro. Pio XII la escogió como la patrona de su pontificado. Muchos santos y beatos le han rendido mucha veneración.

La basílica ha sido afectada por los siglos. Sufrió particularmente por la Segunda Guerra Mundial ya que para arrestar el avance de los aliados, los alemanes no dudaron en bombardear las iglesias. En Genazzano, el santuario de Nuestra Señora no se libró. Una bomba explotó en el con toda fuerza. El altar mayor fue completamente destruido, todas las pinturas y las estatuas en las paredes alrededor se vinieron abajo, pero la milagrosa pintura de Nuestra Señora del Buen Consejo, se mantuvo perfectamente intacta, tan bella como cuando Petruccia la vio por primera vez.

En los últimos cuatro siglos innumerables peregrinaciones y muchos milagros han ocurrido en el santuario de Nuestra Señora, Madre Amorosa que es para todos un tesoro de la gracia divina. Acude a ella con tus pequeños problemas; ve a ella con tus grandes problemas; confía en su guía. Ella es verdaderamente Nuestra Señora del Buen Consejo.

Las palabras "Madre del Buen Consejo" fueron insertadas por Pío IX a las letanías de la Virgen María.

Nuestra Señora de Genazzano
O Nuestra Señora del Buen Consejo

George Castriota Skanderbeg (1405-1467), también conocido como Iskander, o por su título más colorido, el Dragón de Albania. Él era un gran guerrero y líder del pueblo de Albania que lucharon en contra de la expansión del Imperio Otomano, a su reino. Un adversario invencible del Islam, la razón de su éxito no era un secreto: él "amaba el santuario de María con un amor entusiasta devoto; y María, a cambio, no sólo de él un modelo de perfección cristiana hizo, sino que también le dio una fuerza invencible, que conserva no sólo Albania, sino también la cristiandad durante su reinado. "

Había en este momento una pintura milagrosa situada en la localidad de Scutari, que fue la capital de Albania. Nuestra Señora de Scutari, ahora conocida como Nuestra Señora del Buen Consejo y de Nuestra Señora de Genazzano, es una imagen de la Virgen sosteniendo a su Divino Hijo que había sido pintado en una fina lámina de yeso por una mano desconocida. Este retrato, la reputación de la fecha a partir de la época de los apóstoles de Cristo, fue muy venerado y querido por el pueblo albanés fieles. Era Nuestra Señora de Scutari que había consolado y preservado Iskander a través de todas sus pruebas.

Después de sus victorias, Iskander fue a arrodillarse ante la imagen de Nuestra Señora de Scutari, agradeciendo y alabando a ella por su éxito en bolsa. "Él era un héroe formado en la misma escuela que todos aquellos que derivan su fuerza de su devoción a la Santísima Virgen. Al igual que un nuevo San Fernando III, rey de Castilla, Scanderbeg era, bajo la guía de María, tan suave en la paz como él era terrible en la guerra. El buen príncipe cristiano se ve a menudo a sus pies para implorar la protección de su señora en sus mayores aflicciones ".

Papa Nicolás V llama Iskander "el campeón y el escudo de la cristiandad", lo cual era cierto, aunque era la Santísima Virgen María, que se proteja a su campeón y le concedió sus victorias. El príncipe y guerrero invencible, cuya fuerza de alma dio sus compatriotas fortaleza para deshacerse de su letargo, coraje para levantarse contra los infieles opresivas, atreverse a despreciar la muerte y así expulsarlos de su país, se trasladaron a sus súbditos no sólo por ejemplo, pero también por su fe inquebrantable, su ardiente caridad, y la esperanza inquebrantable. Scanderbeg era la espada de Dios en contra de los enemigos de la santa fe católica, la muralla inexpugnable proteger su reino.

Al final de su vida, agotado físicamente de sus labores, Iskander sintió que su muerte estaba cerca. Se dirigió por última vez a visitar la Virgen de Scutari en su santuario, y luego se retiró a la ciudad de Lesh a morir. Allí ganó una batalla final contra los turcos antes de que él estableció y entregó su alma a Dios. Él había terminado su vida heroicamente como un poderoso defensor de la fe católica y de la cristiandad. Poco después de la muerte de Iskander, el ejército otomano invadió Albania nuevo. Sin su campeón invencible, era sólo cuestión de tiempo antes de tomar la capital. La Santísima Virgen le reveló a dos hombres piadosos que su imagen no sería profanado, y les dijo que se preparen para un largo viaje para seguir el fresco cuando salió de Albania. El cuadro a continuación, se apartó de la pared, aparentemente por su propia voluntad, y flotaba en el aire.

Como el par siguió a la imagen de Jesús y María, que estaba escondido en una nube y se fue a lo largo de las aguas del mar Adriático. Lleno de confianza en la Virgen, los hombres salieron sobre las aguas, que milagrosamente los apoyó, por lo que continuaron con la imagen hasta que hicieron de la tierra a lo largo de la costa de Italia. En ese momento perdieron de vista la nube.

No pasó mucho tiempo antes de aprender que la imagen había desaparecido. La nube fue vista por la gente de Genazzano cuando miraron hacia el cielo para encontrar la fuente de la música celestial que de pronto llegó a sus oídos. Observaron atónitos como la pequeña nube descendió y se posó en el que todavía se puede ver hoy en día, flotando ante una pared de la iglesia de la Madre del Buen Consejo en Genazzano. La imagen en realidad flota antes de la pared, ya que no está conectado o soportado de ninguna manera.

Cien años después, el Papa Pablo III tenía la imagen estudiado y autenticado; Inocencio IX tenía coronado; muchos otros Papas han concedido favores a la ermita. Todavía en 1936 una comisión formada para estudiar la imagen, informó, si se golpea un ligero golpe reacciona como si fuera hueca; si se pone en movimiento, oscila visiblemente.

 El Papa León XIII elevó el santuario a la dignidad de una basílica y tenía la invocación: "Madre del Buen Consejo", agregó a la Letanía de Loreto. 

El Papa Pío IX tenía una gran devoción a la Virgen bajo esta advocación; ofreció su primera misa ante su imagen; en 1864 se hizo una peregrinación a Genazzano a contar con un abogado de ella que es "Trono de la Sabiduría". Mantuvo su imagen en su estudio y fomentó un culto a María bajo este título; así él ejemplificó la confianza filial de todos los verdaderos hijos de María. *

Se han realizado numerosos milagros en el santuario en el que María se refugió después de la muerte de su campeón en Albania. A través de esta imagen de la Virgen de Genazzano, y a lo largo de muchos siglos largos, ella ha estado cuidando de sus hijos en la tierra.  De hecho, es su ardiente deseo de apoyarnos y aconsejarnos en nuestra necesidad. El Papa León XIII nos instruyó a "seguir sus consejos", y, como tantos santos y héroes católicos, que se beneficiaría en gran medida si así lo hacemos.

* De The Woman in Orbit

ORACIÓN A LA MADRE DEL BUEN CONSEJO
Virgen Santa, a Ti llegamos con nuestra incertidumbre para la búsqueda y encuentro de la Verdad y el Bien. Ven en nuestro auxilio, Madre del Buen Consejo.

Porque los caminos del mundo están llenos de errores que alteran nuestras mentes y nuestros corazones y nos podemos perder. Tú, sede de la Sabiduría y Estrella del Mar, ilumina a los que dudamos y nos equivocamos, para que los falsos bienes no nos engañen; danos fuerza para resistir las pasiones y el pecado.

Intercede ante tu Divino Hijo, por nosotros ¡oh Madre del Buen Consejo!, para que amemos la virtud en los momentos inciertos y difíciles y abracemos todo aquello que nos lleva a Él

Si tu mano nos sostiene, caminaremos firmes por los senderos de la vida, cumpliendo el Evangelio y, después de haber seguido libres y seguros en la vida terrenal, bajo tu maternal Estrella Luz de la Verdad y de la Justicia, gozaremos contigo en la vida futura de la Plena y Eterna Luz. Amén.