Por esta virtud María merece ser ensalzada por sobre todas las creaturas


22 febrero - Bienaventurada Isabel de Francia (+1270),
 fundadora de un convento consagrado a la Humildad de Nuestra Señora 

“La humildad es el fundamento y la guardiana de todas las virtudes”. Es san Bernardo quien nos lo dice, y con sobrada razón. Sin la humildad, en efecto, ninguna otra virtud puede existir. Si un alma las posee todas y pierde la humildad, las otras se desvanecerán.

Por el contrario, le decía San Francisco de Sales a Santa Juana de Chantal « Dios ama tanto la humildad que recurre inmediatamente donde la percibe » Esta virtud tan hermosa y necesaria, era desconocida al mundo, pero el Hijo de Dios bajó a la tierra para enseñárnosla mediante su ejemplo. Y es especialmente en eso que Él nos invita a imitarlo. “Aprended de mi, nos dijo, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29).

La santa Virgen fue la primera discípula por excelencia de Jesús, también ella fue la más perfecta imitadora de su humildad, y por esta virtud merece ser ensalzada por sobre todas las creaturas.

Santa Matilde un día le preguntó que cuál había sido la primera virtud que había practicado desde su infancia y María respondió: la humildad.