Salve

¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! 

Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo 

Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya.



¡Salve, oh Abismo impenetrable aún a los ojos de los mismos ángeles!



¡Salve, oh Cima inaccesible al humano entendimiento!




¡Salve, Redención de las lágrimas de Eva!




¡Salve, Madre del Cordero y del Pastor!




¡Salve, Restauración del Adán caído!




¡Salve, oh Vos, por Quién cesará la maldición!




¡Salve, oh Vos, por Quién resplandecerá la alegría!




¡Salve, Seno de la divina Encarnación!