Nuestra Señora de las Lágrimas


29 de Agosto
Siracusa, Italia

En un barrio periférico de la antigua ciudad de Siracusa, en la isla de Sicilia, una imagen de Nuestra Señora derramó lágrimas durante cuatro días consecutivos, claro mensaje sin palabras que puso de manifiesto, una vez, más el poder de Dios y la Divina Misericordia

Siracusa una las ciudades más importante de la Magna Grecia, patria de Arquímedes, Teócrito y Epicarmo, fue fundada por los corintios en el año 734 a.C. Atacada por los atenienses en el año 415 a.C. y célebre por sus tiranos, fue conquistada por los romanos durante la Segunda Guerra Púnica, por los bizantinos en la Alta Edad Media y por los árabes y el Sacro Imperio Romano Germánico sucesivamente. Sujeta a dominio genovés entre 1205 y 1220, fue posesión angevina primero y de la corona de Aragón después hasta que, en plena Edad Moderna, pasó a engrosar los dominios de España.

Un hogar campesino
En 1953, Angelo Iannuso y Antonia Giusto, dos jóvenes esposos que habitaban en uno de los barrios periféricos de Siracusa, sobre la calle Degli Orti, se dedicaban a sus labores diarias hasta que, un día, a pocos meses de su luna de miel, las cosas empezaron a andar mal. Antonia comenzó a padecer ataques de pánico, situación que puso en riesgo la vida del niño que llevaba en su vientre.


Lágrimas milagrosas
El 29 de agosto de 1953, muy temprano en la mañana, Angelo se levantó y se dirigió al campo a trabajar. Cerca de las 8.30 Antonia entró en una nueva crisis de nervios hasta que, repentinamente, una luz inexplicable atrajo su atención. Por las mejillas de una imagen del Inmaculado Corazón de María que colgaba sobre la cabecera de la cama, corrían lágrimas que brotaban de sus ojos una tras otra.

La imagen llora
En un principio, la joven creyó que era víctima de una alucinación pero al cabo de un instante, comprobó que el fenómeno era real y que crecía en intensidad. Fue entonces que, asomándose a la calle, llamó a vecinos y familiares para que presenciasen el milagro. Cuando los pobladores estuvieron frente a la imagen y vieron lo que sucedía, se pusieron de rodillas y, llorando de emoción, comenzaron a rezar.

La noticia conmocionó a la ciudad y se difundió por toda Italia, razón por la cual el Arzobispo de Siracusa, Mons. Ettore Baranzini, decidió someter el fenómeno al análisis de expertos. Los mismos arrojaron resultados positivos.

Hechos prodigiosos
Conocido el milagro la gente, en gran número, comenzó a acudir a Siracusa para rezarle a la Virgen y pedirle su intercesión. Uno de ellos fue Vincenzo Aricó, un hombre humilde que había perdido la vista. Con la ayuda de su esposa llegó a la ciudad y una vez en la calle Degli Orti, se puso de rodillas y comenzó a orar. Casi enseguida recuperó la visión hecho del que fueron testigos numerosos peregrinos. Por su parte, Giuseppe Caruso necesitaba muletas para caminar dado que padecía una enfermedad que le afectaba las piernas. Después de escuchar sobre aquella imagen que derramaba lágrimas, decidió acudir a ella para rezar. En Siracusa presenció la cura de Aricó y cuando regresaba a Catania, su ciudad, sintió fuertes dolores en el pecho. Una vez en su casa, se hallaba orando frente a una réplica de la imagen cuando, sin darse cuenta, se puso de pie, caminó hasta una lámpara que allí había y la encendió...¡sin utilizar las muletas!

Estas y otras historias similares, fueron recogidas por Don Tomaselli, religioso salesiano que investigó el milagro.

Santuario y meta de peregrinos
En vista de tales acontecimientos, el Arzobispo de Siracusa presentó un documento al Tribunal de la Conferencia Episcopal de Sicilia reunida en Baghería, provincia de Palermo, donde el milagro fue confirmado. Luego peregrinó al lugar y a continuación, mandó edificar un santuario. El 17 de octubre del siguiente año, S.S. el Papa Pío XII se refirió al prodigio a través de un mensaje radiofónico recalcando que las lágrimas vertidas por la Santa Madre en Siracusa eran muestras de compasión por su Hijo Jesús y de profunda tristeza, por los pecados del mundo.

Fuente:  http://www.cruzadadelrosario.org.ar/mariana/41.htm