“Y del cielo llegó una voz:
“Tú eres mi Hijo, el Amado, tú eres mi Elegido.””
(Lucas 3,22)
Solo la Virgen Maria puede con toda propiedad, tal como Dios Padre, decir estas palabras a su Hijo Jesucristo. Solo Ella puede decirle a Dios Hijo:
“Yo te he engendrado hoy” (Salmo 2,7)
Y San Lucas nos cuenta que el Padre, repitiendo sus Palabras eternas de predilección y amor, agrega en el Monte Tabor:
“¡Escúchenlo! ” (Lucas 9,35)
Y María, con el corazón enternecido de amor por El y nosotros y en total consonancia con Dios, tambien nos dice:
“Hagan todo lo que El les diga” (Juan 2,5)
Reconocerlo, amarlo, escucharlo y obedecerlo. Es el camino que Dios, y Santa María con El, nos marcan. Es el camino que Ella, como perfecta discípula y esclava del Señor, siguió.
Hoy la humanidad, de tanto mirar y escuchar las cosas del mundo, ha perdido su capacidad de discernir las voces de lo alto. Hoy, quizá más que nunca, confunde la voz de Dios con truenos. Y por eso Jesús ya no es el Hijo de Dios y el Salvador sino un “maestro” mas entre todos los que en el mundo se autoproclaman e inventan. Se escandalizan al oir que Jesús es Dios encarnado pero admiten que ellos mismos puedan re-encarnarse infinidades de veces ... Estos engañadores y falsos profetas jamás harán como Juan el Bautista, que no quiso arrogarse un papel que no le pertenecía y sin dudarlo lo señaló a Jesús, el único capaz de salvarnos.
Y si el mundo no lo reconoce, difícilmente será capaz de amarlo, escucharlo y obedecerlo. No solo por la incapacidad de mirar hacia lo alto sino por dejarse guiar por ciegos embusteros y falsos mesías. Este siglo mira con desdén y persigue cuando la Iglesia lo señala a Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida. Este mundo está parado sobre la rama que está cortando y los mundanos aplauden (parados del mismo lado…)
Que Santa María, Madre del Amado, nos ayude a permanecer despiertos, atentos y obedientes a la Palabra del Señor, siempre aferrados al único Árbol de la Vida: la Cruz de Cristo, el Amado.
- Claudio* -