La Madre de Misericordia vela por el destino de cada uno de nosotros

26 febrero – Rusia: Bienaventurada Virgen Meschecia (1492)
Nuestra Señora de los Campos, Paris, Francia, consagrada por San Denis (250)


Cuando, al pie de la cruz de Jesús, María se mantenía de pie, cumplía a plenitud su vocación de Madre de Misericordia. En el Gólgota, descubrimos su lugar único en toda la historia de la salvación.

Ese lugar único nosotros lo evocamos cada vez que decimos el Ave María, cuando le pedimos que ruegue por nosotros: “ahora y en la hora de nuestra muerte” ya que ella estaba ahí, a la hora de la muerte de Jesús.

Cada vez que pronunciamos esas palabras, incluso si no las pensamos conscientemente, la Virgen Maria nos escucha.

La Madre de Misericordia vela sobre el destino de cada uno de nosotros, sólo nos pide que le dejemos la puerta abierta de nuestro corazón, la puerta de nuestro « sí ».