Vigilia de la Asunción de María

14 de Agosto


VIGILIA DE LA ASUNCIÓN de MARIA

Es la Asunción de Nuestra Señora a los cielos la coronación de todas sus fiestas y recuerdos, el fin de su destierro y la entrada triunfal en el imperio de su Hijo, que son los cielos, como soberana y emperatriz. 

Qué alegría de ángeles, qué tristeza en los apóstoles, qué hermosura de Virgen, qué júbilo en los cielos, qué vacío en la tierra. Hasta ahora vivió en ella aquella vara de Jessé y rosa de Jericó para hacer dos veces el oficio de madre, siendo siempre virgen. La primera vez real y verdaderamente con aquel Niño concebido por milagro que después de haber llevado nueve meses en su seno, salió de él sin romperlo ni mancharlo, como el rayo del sol sale por un cristal y nació en Belén y vivió en Nazaret.

Era Hijo de Dios y María su madre fue por ello elevada a una dignidad superior a todos los ángeles, cual es ser Madre de Dios. La otra maternidad es figurada con relación a la Iglesia. Esta sociedad fundada por Nuestro Señor Jesucristo y fortalecida y vivificada por el Espíritu Santo, acababa de nacer cuando el Hijo de Dios subió a los cielos, y por no dejarla en un punto huérfana de padre y madre, ahí quedó la Santísima Virgen en torno de la cual se reunían los apóstoles, y a quien miraban los recién convertidos como un ser extraordinario, que tocaba la esfera de lo divino.

Cuentan de San Dionisio Areopagita que, al encontrarse con ella en Éfeso en los últimos días que vivió con el discípulo amado, le sobrecogió de tal manera, que la hubiera adorado como diosa, de no saber que era persona humana.

Cuando la Iglesia se extendía ya por todo el mundo y en las ciudades más famosas como Roma, Alejandría, Atenas, Antioquía era adorado el Hijo de la Virgen subió ésta al cielo a sentarse a su lado como reina de cielos y tierra.

VIGILIA DE LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA

Invoquemos al Espíritu Santo para que nos acompañe en esta Vigilia de oración:

Canto: Quien me da la vida

Introducción
María se nos presenta hoy como la criatura llena de gracia, amada de Dios, exaltada sobre todos los seres creados, y a la vez, su glorificación anticipa el destino de la Iglesia, la comunidad de los redimidos por su Hijo Jesús.

La Madre de Jesús goza de la gloria de su Hijo. La que no conoció pecado ha sido elevada al cielo para gozar del triunfo de Jesús sobre la muerte. Sin embargo, la Asunción de María no hace que se desentienda de la comunidad humana. Ella sigue siendo nuestra Abogada, mediadora ante su Hijo en favor nuestro.

El triunfo de María es la coronación de la humildad de la sierva del Señor, la verdad cumplida del Evangelio: el que arriesga su vida, la gana.

Hoy es un día emblemático para sostener la esperanza, porque una mujer de nuestra raza ha sido coronada de gloria. En ella nos sentimos todos nosotros exaltados, pero a la vez es una propuesta de forma de vida enamorada de Dios, o si cabe decirlo en sentido evangélico, una vida testigo del amor divino, que se derrama en nuestro corazón.

Lectura bíblica: 1Cro 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le había preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.

Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor.

David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos.

Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Palabra de Dios.

Reflexión
El Arca era el signo de la presencia de Dios en medio de su Pueblo; en su interior se guardaba su Palabra, reseñada en las Tablas de la Ley. Se menciona hoy este pasaje porque María es el Arca de la Nueva Alianza, en cuyo seno habitó el Hijo de Dios, el Verbo, la Palabra de Dios hecha carne, durante nueve meses, y con su Asunción a los Cielos encontró su morada definitiva en el seno de la Trinidad Santísima.

El Arca del Antiguo Testamento estaba construida con materiales preciosos, revestida de oro en su interior; en el caso de María, Dios la llenó de dones incomparables, y su belleza era reflejo de esta plenitud de gracia con que había sido adornada. Así correspondía a la nueva morada de Dios en el mundo.

No olvidemos hoy que el Arca era para los judíos un lugar privilegiado donde Dios escuchaba sus oraciones: mi Nombre estará allí, se lee en el Libro de los Reyes. María, Arca de la Nueva Alianza, es también el lugar privilegiado donde Dios escucha nuestras plegarias. Con la ventaja de que Ella suma su voz a la nuestra. Acudir a Nuestra Señora no solo es el mejor medio para ser atendidos por Dios, sino que Ella misma, desde el Cielo, intercede y endereza nuestras súplicas cuando no andan del todo bien encaminadas.

Madre nuestra, Tú que estás en cuerpo y alma tan cerca de Dios Padre, de Dios Hijo, de Dios Espíritu Santo, no nos dejes de tu mano.

“Madre mía, llévame hasta el trono de la Trinidad Santísima y dile a Jesús que me haga hostia con Él” (Beato Manuel González).


Preces
Presentemos nuestra oración a María que intercede por nosotros ante su Hijo. Respondemos cantando:

Madre Inmaculada, intercede por nosotros.
I. María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú siempre fuiste fiel a la voluntad de tu Hijo. Tus intereses eran los intereses de Dios. Ayúdanos a asemejarnos cada vez más a ti.

II. María, Madre de Dios y Madre nuestra, tú fuiste dichosa por haber concebido a Jesús. Ayúdanos a caer en la cuenta de que Él está siempre presente en nuestra vida y enséñanos a hacer vida su Palabra en nosotros.

III. María, Madre de Dios y Madre nuestra, en todos los momentos de la vida de tu Hijo te mantuviste a su lado. Fortalece nuestra fe para ser fieles a Dios incluso en las situaciones más difíciles.

IV. María, Madre de Dios y Madre nuestra, durante la espera pentecostal animaste la comunidad de discípulos que habían perdido al maestro y se sentían desorientados. Tu presencia los sostuvo en la fe y la esperanza. También nosotros queremos ser fuente de ánimo para todas aquellas personas que viven a nuestro lado.

V. María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nadie como tú conoce a Dios, y nadie como tú nos conducirá a él. Necesitamos acudir a ti porque tú eres el mejor camino para llegar a Jesús. Necesitamos que nos ayudes a renovar nuestro corazón. Tú que eres la nueva Eva haznos a nosotros criaturas nuevas.

2. La esperanza del Cielo.
La Asunción de Nuestra Señora nos llena de alegría y nos alienta en ese camino que nos falta por recorrer hasta llegar al Cielo. Ella nos da ánimo y fuerzas para alcanzar la santidad a la que por vocación hemos sido llamados

“La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros.

Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino” (Spe Salvi, 49).

Acción de gracias
Jdt 13, 18-19

Tú eres el orgullo de nuestra raza.
El Altísimo te ha bendecido, hija,
Más que a todas las mujeres de la tierra.
Bendito el Señor, creador del cielo y tierra.

Que hoy ha glorificado tu nombre de tal modo,
Que tu alabanza estará siempre en la boca de todos
Los que se acuerden de esta obra poderosa de Dios.

En este momento de silencio, dejemos que esta Palabra resuene en nuestro interior y haga brotar nuestra acción de gracias a Dios por todo aquello con que nos ha bendecido, nos ha elevado, nos ha acercado a Él a lo largo de este año. Espontáneamente podemos compartirlo, intercalando el canto:

Muchas gracias, María, oh Madre, muchas gracias.

Oración final
María, reconociendo su pequeñez de criatura y la grandeza de la vocación a la que fue llamada, acogió en su corazón la Palabra de Dios y de Ella brotó un himno de gratitud, bendición, alabanza al amor de Aquel que hizo en su vida grandes cosas. Que nuestra vida sea, como la de María, toda ella un Magníficat.

Porque te has complacido, Señor, en la humildad de tu sierva, la Virgen María, has querido elevarla a la dignidad de Madre de tu Hijo y la has coronado en este día de gloria y esplendor; por su intercesión, te pedimos que a cuantos has salvado por el misterio de la redención nos concedas también el premio de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo

Te pedimos por el Papa Francisco, por los sacerdotes, por los integrantes de éste grupo para que nuestras intenciones y necesidades sean atendidas si son para nuestro bien y el de tu Santa Iglesia. Amén